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El folio en blanco

El folio en blanco

 

No hay nada peor que un folio en blanco. Es el vértigo. La desazón. La duda eterna.

 

La mayoría de las veces, cuando me siento a escribir, tengo una idea aproximada de lo que quiero contar. Sin embargo, hay otras ocasiones, como es el caso, en las que me enfrento a la hoja de papel absolutamente virgen y sin idea alguna sobre la que divagar. Y me entra temor. Más bien terror. Miedo a no poder volver a escribir. Angustia ante el riesgo de que nunca más sea capaz de transmitir mis inquietudes de una manera coherente. Inquietud ante la idea de no poder esbozar sentimientos y pensamientos en un relato atractivo que emocione, que interese o que conmueva.

 

¿Es el fin de las ideas? ¿Volveré en algún momento a sentirme atraída por una persona o acontecimiento hasta el punto de que me inspiren un nuevo relato? ¿Soy lo suficientemente capaz como para continuar con algo que lo demás pueden ver sólo como un divertimento y no como una necesidad ineludible, que es lo que realmente significa para mi la escritura?

 

Y aún hay cosas peores. Y es sentir que desde el interior de tu ser surgen sentimientos y emociones que tendrías que plasmar en la escritura y ni puedes ni debes hacerlo. Escribir, que es para mi la vida, alimento del espíritu, calmante y estimulante, se ha convertido en una necesidad. En un deseo irrefrenable e irresistible. En algo a lo que ni quiero ni debo renunciar.

 

Sin embargo, y aunque aseguré que no tenía ninguna intención de autocensurarme, finalmente he caído en mis propias redes. Porque sí que me he impuesto límites, fronteras y ataduras que no sé cuánto tiempo podré mantener. Pero que, sin embargo, atenazan muchas de las cosas que todavía quedan por contar.

 

Podría dedicarme a recomendaros libros, a comentar las últimas noticias de la actualidad regional o nacional, a disertar sobre folclore (que también es una de mis aficiones), a relatar aventuras y desventuras de mi comunidad de vecinos.... En fin, tantas y tantas cosas... Sin embargo, como ya comentaba hace unos días, esta bitácora ha ido adoptando un cariz más intimista, más personal. Con todos los peligros que eso conlleva.

 

Trato de mantener siempre un equilibrio entre todo lo que me gustaría contar y aquello que me permito decir. Porque en el fondo, aunque Lamia me protege, detrás de este ser del bosque hay una persona real, con jefes reales, con una vida real, con un amor real. Y, como alguien me advirtió hace unos días, al final, aunque los pajarillos se comieron las migas de Hansel y Gretel, siempre queda una huella imborrable que va marcando la senda que recorremos. Y quizás alguna persona, en algún momento, llegue a descubrir la esencia de Lamia. Y me preocupa pensar que también se desvele todo lo demás por las implicaciones que ello pudiera tener para otras personas ajenas a este blog y que, sin desearlo, algunas veces se han convertido en protagonistas involuntarios de mis escritos.

 

Por todo ello, y metida de lleno en esta automutilación que me he impuesto, vuelvo cada día a la hoja en blanco sin saber muy bien qué escribir y cómo hacerlo. Y sigo dando las gracias cada día, porque a pesar de ello, seguís estando conmigo, leyendo mis entradas, comentando mis escritos. Y, por eso, cada noche me siento de nuevo ante la pantalla del ordenador tratando de encontrar las palabras que me permitan hablar sin decir, contar callando. Mientras busco un camino, que he vuelto a perder hace sólo tres semanas, y  en el que deambulo sin orden ni concierto, entre brumas otoñales y mares tempestuosos.

 

9 comentarios

donde viven los patos -

Muy bueno!

paula -

jo, yo me siento así la mayoría de las veces, por no decir siempre

qué bien lo has descrito

un beso

Lamia -

También yo lo pensaba... Pero me equivoqué.

Me alegra verte de nuevo por aquí Gaia. Un beso.

gaia56 -

Qué verdad dices sobre el vértigo de un folio en blanco y las ganas de destruirlo a veces sy decir si vale o tal vez no vale nada.
En fin que me he sentido muy identificada.
un beso

amam -

Se dice que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencio. Así lo creo, pero también creo, que la honestidad con uno mismo debe prevalecer por encima de todo, para sentirse bien. Besos

Lamia -

¿Sabes qué pasa Carlos? Que esto de la edad tiene sus inconvenientes. Y, después de todo el día escribiendo delante de una pantalla, cuando llega la noche veo fatal. Así que si me pongo colorines creo que aún será peor. Aunque puedo probar...

carlitos -

Una pequeña sugerencia. ¿Alguna vez te sacaron en el cole a escribir en la pizarra?. Otros le llamaban "encerado". Pues eso, prueba a escribir con los fondos cambiados, blanco sobre negro. Igual funciona. Y si no, sobre fondo verde o multicolor.

Lamia -

Tu lo haces muy bien. Besos otoñales.

Fernando -

yo soy una hoja en blanco llena de trazos negros...saberlos descifrar es el problema...besos.