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Los Puentes de Madison....y otros

Los Puentes de Madison....y otros Recuerdo primero la novela y después la película. Aunque muchas veces me hago el firme propósito de nunca ir al cine para ver en la pantalla aquello que imaginé, no pude resistirme a la tentación de una siempre magnífica Meryl Streep y un Clint Eastwood postrero. Por una vez, el cine respeta la imagen madura de una mujer frente a la de un hombre decadente. Mejor para ella, que es una de mis actrices favoritas. Creo que me enganchó por primera vez cuando interpretó a la escritora Isak Dinesen (seudónimo bajo el que se esconde la baronesa Karen Blixen-Flecke), en Memorias de África. En una de las escenas de la película, la protagonista embruja a sus invitados, en torno a una mesa, con una serie de relatos desgranados en una catarata de palabras ininterrumpida. También me gusta mucho la escena en la que Denys Finch Hatton (personaje interpretado por Robert Redford) le lava la cabeza junto al río.

 

Todo esto viene a cuento porque hoy, uno de mis compas me ha enviado uno de esos correos que van encadenándose con una presentación en la que se abordaban imágenes preciosas de puentes cubiertos. Entre las cosas que me han chocado es el hecho de que, aunque los puentes cubiertos se hicieron mundialmente famosos con la película dirigida por Eastwood, es en la Europa medieval donde hunden sus raíces este tipo de estructuras. De todas las fotografías que incluía el correo me quedo con la del Kapellbrücke, Puente de la Capilla, que se localiza en el cantón suizo de Lucerna. Construido en 1333, originalmente formaba parte de fortificaciones de la ciudad. De una longitud de 204 m. cruza el río de Reuss y conecta otra vez ambas orillas que bordean la vieja ciudad. Al amparo de su tejado, una centena de pequeños tablados pintados (siglo 17) relatan la historia de Suiza, de la ciudad y de sus santos patronos: San Ligero y San Mauricio.

 

El Puente de la Capilla me ha cautivado por su estructura geométrica. Esa torre que surge en medio del puente como un vigía superlativo. Y la ciudad medieval que se atisba al fondo. Esta mente romántica de la que no puedo desprenderme dibuja historias de amor incondicional, traiciones y cruces de espadas que se reflejan en el agua.

 

No recuerdo si el agua ocupaba un lugar determinante en Los Puentes de Madison pero tengo muy presentes aquellos vasos de limonada que Francesca Johnson (Meryl Streep) y Robert Kincaid (Clint Eastwood) compartían en la cocina cuando aliviaba la canícula. Cuatro días fueron suficientes para compensar las carencias de toda una vida.

 

Yo también estoy a punto de cruzar un nuevo puente que todavía no sé hacia dónde me conducirá

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