Niebla
La niebla esconde las flores. Todas y cada una de ellas. Las que resisten el otoño y aquellas que, escondidas en los libros, vivieron el calor del verano.
La niebla ha llegado esta mañana. Como el velo de una novia, ligero y sutil, sostenido en el viento. Como el vaho que trae la emoción a los ojos. Con su silencio. Polvo de estrellas.
La niebla -que transforma paisajes, sonidos y personas desdibujando la memoria- permanece. Aire denso y pesado. Recuerdos antiguos. De otras vidas. Fueron existencias en las que el sudor helado del rocío llegaba cada mañana para quedarse. Y el sol, que no estaba, alentaba pasiones imperfectas. Emociones muertas. Resecas por el viento. Y sólo la niebla, con el poder que el agua instila, despertaba del sopor una piel arrugada, marchita, ahogada.
La niebla ha llegado esta mañana y el frío que le acompaña ha herido las hojas de muerte. Batían en lo alto, lastimando pensamientos y emociones. Bañadas en un sudor frío. Su olor, humedad y primavera, recordaba que el invierno está cerca.
Pero antes, este noviembre reseco, callado, pesado, certero, resistirá un poco más. A pesar de las flores, de las hojas que reniegan del frío que les impele al letargo. La niebla, que atenúa la luz, oculta todo. Y adormece. La niebla esconde las flores. Todas y cada una de ellas. Y, en silencio, caen. Despacio. Dañadas. Muertas.
3 comentarios
Lamia -
Abedugu, gracias por tu visita. Un abrazo.
Abedugu -
Como todo lo que la naturaleza nos regala, la niebla también tiene su belleza que quizás radica en llenar de misterio a todo lo que alcanza, sobre todo cuando se cuela entre los árboles en un bosque y no digamos nada si el sol intenta traspasarla, entonces el espectáculo es una maravilla.
Un saludo
J M C -
¿De verdad que nos conocemos?