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Silencio

Silencio

He descubierto que en la vertiente en la que el sol se pone la aurora llega perezosa. Y más cuando un manto de lluvia humedece la madrugada. En la penumbra, y en medio del silencio que llena la plaza, los pasos perdidos resuenan sobre las piedras con el eco infinito de los muros.

 

Rodeando su perímetro, he franqueado la puerta, tras subir la escalinata que guarda el silencio. Una vez dentro, ese mutismo del que vengo escapando, me golpea con la fuerza de una ola enfurecida. Y el miedo, sujeto hasta ahora bajo siete llaves, aprovecha la sorpresa para instalarse en mi alma.

 

Casi a punto de volver sobre mis pasos, el calor de la Casa del Padre ha plantado batalla al temor que envuelve el espíritu. Y, poco a poco, como siempre ocurre, Él ha ganado la batalla.

 

Despacio vadeando el tiempo silente que rodea los bancos, he elegido uno cerca del lugar en el que los susurros conjuran el arrepentimiento. La luz roja habla de una presencia humana.

 

Aunque he descubierto que en la vertiente en la que el sol se pone hay un lugar para la reflexión, el espíritu está tan agitado que no encuentra el camino hacia a luz y prefiero el encuentro directo. Conversación nueva con un Amigo antiguo, el diálogo surge a trompicones. Con excusas. Y, a medida que el tiempo transcurre y el corazón espera, la paz me llena. Y sin la carga de pesos ajenos y sueños perdidos aprendo de nuevo a dar las gracias. Por lo que hay. Por lo que tengo. Por lo que vendrá.

 

Y después, mucho silencio después, pido valor. Más. Para olvidar que una vez anhelé lo que no era mío. Para saber mantener lo que siempre fui. Para cultivar lo que siempre tuve.

 

Y al levantarme, junto al lugar en el que los susurros generan paz, respiro de nuevo. Y sonrío. Y la luz me llena de nuevo a pesar de que la escalinata tras la que se esconde el silencio está más húmeda, más resbaladiza a causa del sirimiri que cae sin cesar. Sin embargo, desciendo segura, sin miedo. Porque el silencio, que me pareció muy largo, fue bueno.

 

 

 

                                                        

La foto, aquí.                   

4 comentarios

Lamia -

Ya sé que no está de moda pero a mi la Fe me ayuda a superar muchas cosas. Y si, la verdad es que me vino muy bien.
Gracias, guapa. Un beso grande, grande... de diciembre.

laMima -

Ya me parecía a mí tanto sol estos días..
Veo que has encontrado algo de alivio en ese silencio y aunque yo nunca elegiría un lugar así para mi exorcismo me alegra leer que saliste satisfecha, con la calma que buscabas.
Un abrazo.

Lamia -

El día que el autor de esa foto la hizo debía hacer bueno... Yo no puedo decir lo mismo.

carlitos -

Veo que no hacía mal tiempo en S. Pero ya que estabas ahí quedaría mejor en galego:
orballos.m. 1. Chuvia fina e compacta. O orballo vai mollando pouquiño a pouco.