Vacío
Ha paseado tan cerca del cielo… saboreando casi su textura,
que, al saltar para atrapar las nubes, jirones de escarcha arañaron sus manos.
Y, de nuevo, el vacío avasallando su alma.
Y el silencio, compañero inevitable, ya no era un consuelo.
Porque el camino, siempre duro cuando dibuja paisajes de ausencia,
emulaba al juego.
Y es entonces cuando el vacío llenaba el espacio que antes ocupó el cielo.
Foto: Carlos Sancho
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