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Un sueño

Un sueño

¿Se puede dedicar un post? Si es así, con la promesa de que algún día confío en escribirle uno mejor, éste se lo dedico al hombre que lleva el corazón en las alas.

 

 

Hoy he soñado.

Es una novedad porque, después de varias semanas de insomnio pertinaz, hoy he soñado. Aunque habitualmente alterno periodos de sueño fácil con temporadas en las que tengo mucha dificultad para dormir, la última quincena ha sido un tiempo de vigilia. Unos días en los que el pensamiento me llevaba hacia conversaciones y acontecimientos que me causaban tal desasosiego que el sueño rehuía mis párpados. A medida que mi cabeza ponía un poco de orden en los sentimientos, el sueño ha ido llegando reservando sin embargo el último y el primer momento de consciencia para el objeto de mis preocupaciones. Sigue aún tan presente que cada mañana, mientras el agua se desliza sobre mi piel, hago un esfuerzo de voluntad. Sólo aspiro a que llegue la noche, un día más. Uno tras otro. Puede que así consiga extirpar esta congoja que me atenaza el corazón y me revuelve el estómago. Y, sin embargo, transito la jornada subida en una montaña rusa: arriba cuando lo siento a mi lado, abajo cuando se aleja. Y procuro que la cumbre sea cada día menos alta y el agujero menos profundo. Pero no evito la feria. Porque, a pesar de todo, me siento viva. Viva después de mucho tiempo.

Y vuelvo al principio. Porque hoy he soñado. No lo hago habitualmente. Y tampoco suelo tener pesadillas (aunque alguien me ha confesado que se las provoco, ¡lo siento!). O si ocurre, no guardo recuerdos de esa evasión onírica que, según los psiquiatras, nos permite afrontar la vida sin enloquecer. Y es que no tengo conciencia de repasar inconscientemente más allá de lo que llena el noventa por ciento de mi tiempo: es decir, mi trabajo. Sin embargo, hoy no he soñado con ello. Aunque algún entendido en interpretación de sueños, que lo habrá, seguro que saca pelos y señales a cuanto pueda contar.

Hoy he soñado que estaba en Pamplona. Dicen que siempre volvemos a los escenarios de nuestra niñez. Paseaba por sus calles con un grupo de gente desconocida, la mayoría mayores que yo, y se supone que estábamos visitando sitios turísticos de la ciudad. En un momento determinado, el guía nos hablaba de unos pasadizos que el ayuntamiento había descubierto y rehabilitado recientemente (supongo que he recuperado de mi memoria algo que me contó mi madre hace poco y es la recuperación por parte del Ayuntamiento de Pamplona de una serie de callejones que habían permanecido años en una situación de desahucio y abandono). En realidad no se trataba de un callejón sino que más bien parecían una especie de túneles similares a esos por los que habitualmente se deslizan los espeleólogos. Yo iba pertrechada con mis inseparables botas de monte azules y me tiraba por el pasadizo decidida, sin temor y, sin embargo, con la convicción de que había un obstáculo que no iba a ser capaz de salvar. Y, efectivamente, los turistas que iban delante de mi pasaban sin problemas por un estrechamiento del túnel mientras que yo no sólo no lo conseguía sino que me quedaba completamente atascada. Y no se trataba de una cuestión de volumen porque los que iban delante de mi eran bastante más voluminosos.

Y ahí me he quedado porque la alarma del despertador ha venido en mi rescate.

Y, recordando el sueño, me he percatado de que no es la primera vez que lo tengo. Porque, aunque he comentado que habitualmente no recuerdo mis sueños, si que es verdad que tengo otro sueño recurrente que siempre aparece en periodos de dificultad en el que me encuentro ante una pared de ladrillos que derribo quitando los cantos uno a uno. Aunque nunca consigo retirarlos todos antes de despertar.

Decía antes que alguien que sepa algo de interpretación de sueños sacaría pelos y señales a esta historia pero, en realidad, no hace falta. Estoy atascada. En varios frentes de mi vida. Y está claro que tengo que empezar a tomar decisiones. El problema es que siento que las cosas no sólo dependen de mi sino que hay terceras personas implicadas y eso complica la solución a los problemas.

En cualquier caso, soñar sienta bien porque en mi caso significa que he conseguido dormir. Aunque mi cabeza vuelva una y otra vez al punto en el que mi corazón sigue anclado.

La foto, que es como un baile de dos sueños que se encuentran, es de M. A. Latorre, de su serie "La otra Expo".

3 comentarios

Lamia -

Supongo que te ocurre como a mi, Inma. A veces las preocupaciones ocupan demasiado espacio.

Carlos, ya de pequeño apuntabas maneras. Lo del cielo y tu estaba predestinado. Espero que hayas podido descansar. Un abrazo enorme.

carlitos -

Gracias por dedicarme un sueño, seguro que con un significado más simple de lo que parece. ¡Eres una luchadora! y eso es lo que haces en tus sueños reafirmar tu afán de superar obstáculos que para otros no lo son. Eso es todo.
Yo tenía uno que se repetía una y mil veces cuando era jovencito, me deslizaba flotando, como una pluma, con los brazos pegados al cuerpo y adaptandome a la forma de la superficie que sobrevolaba, generalmente bajando escaleras. Yo creo que sabía que lo mejor a veces es dejarse llevar por el viento hacia donde te lleve y yo me dejaba hacer, sin oponer resistencia y dando paseos de forma mullida y agradable. Me levantaba en paz sin saber si había llegado a algún lado. Total lo importante era estar en movimiento. Yo te dedico éste.

laMima -

Hace tiempo que no se repite mi sueño fetiche...ese va de abismos y pérdida de miedo. Es una pesadilla con final feliz o, al menos, conformado.
(Un día te la cuento)
Hace tiempo que no duermo bien, demasiado. Yo, que era una marmota....no sé. No sé si tiene solución esto.