Salsa
Un minuto me basta, vida,
Para enamorarte”
Suena la bachata con su cadencia binaria. M. evoluciona por la pista al ritmo de la guitarra. Sus pies siguen el dictado de las notas que resuenan en su interior. La música le llena y su cuerpo pasa a ser mero instrumento. Sus manos, sus brazos, sus caderas, sus piernas… ejecutan una partitura completa, real.
A. permanece acodado en la barra. Sostiene una copa y observa. Pero su cuerpo tampoco permanece inerte ante el son que escucha. Le gusta ver a M. girando al dictado de las palabras sobre la música. Se ha enamorado de sus brazos, de sus ojos, de esa pequeña mueca que aparece cuando los dedos no siguen a las manos, se ha enamorado de sus pies, que se mecen sobre los tacones; le gustan sus piernas, torneadas y rotundas. Se ha enamorado de sus caderas, que suben, alternas, en el cuarto compás. A. envidia su pelo, brillante y sedoso, porque acaricia su espalda desnuda.
“Un minuto me basta, vida, para enamorarte”, dice la canción. A. deja su retiro y recoge a M.. M. abre los ojos. La música les envuelve. El brazo de A. se posa sobre la espalda de M. ¡Cuánto tiempo! El calor del abrazo se extiende como una marea y llena el cuerpo de M.
Bienvenida a casa, dice A. Y es cierto, M. siente que ha llegado. Sus brazos la rodean reforzando sus giros. El toque en sus manos le devuelve a la vida. Le acaricia, le agarra, le sostiene, le ama… La música, llega por fin a sus dedos.
3 comentarios
Lamia -
Yo, de momento, sólo me atrevo con la salsa, merengue, bachata y cha-cha-cha. Pero todo se andará...
---------------------------
Es que estamos en agosto, Fernando, y este fin de semana ha hecho mucho calor.
Fernando -
reikiaduo -
Aunque servidor, que algo ha bailado salsas merengues y bachatas (a más de chachachas, quiqsteps, boleros, pasosx2...), prefiere el tango argentino bailado... a la argentina