Nana de amor
Desde hace varias semanas el eco de una melodía incomprensible martillea insistentemente mi interior. Ahora, que he vuelto al útero materno, percibo sonidos atravesando la densa bruma que me rodea y atenaza mis sentidos. El sonsonete se repite una y otra vez hasta convertirse en una sucesión de pitidos que me arrastra hacia el exterior sacándome del letargo protector en el que tan cómoda me encuentro. Floto de nuevo en el líquido amniótico mientras, en la lejanía, atisbo la voz de mi madre: suena como un tierno arrullo que calma mi aflicción.
Sin embargo, el sonido se impone a su amor. La nana que resuena en mi cabeza pierde fuerza para cederla a ese eterno ruido que taladra mis sentidos, o lo que queda de ellos. Pasa a primer plano y vuelve la consciencia. Aunque me resisto, mi cerebro percibe mensajes del exterior. El coche que ha destrozado mi cuerpo, arrastrando consigo parte de mi ser, no me ha robado la capacidad de escuchar, la de sentir o la de amar. Unos dones a los que gustosamente renunciaría a cambio de la seguridad que proporciona este refugio temporal.
A duras penas, sin querer y a pesar de mí, la consciencia penetra y con ella descubro que no estoy sola. Una piel roza la mía. Miles de neuronas se ponen en alerta: está junto a mí. La textura que percibo no se parece a la de aquellas manos que me acariciaron y amamantaron mientras fui un bebé, ni a aquellas otras fuertes y seguras que me alzaban al cielo para después recogerme en la caída. Éstas, de las que me gustaría huir, se parecen más a las de aquél de quien me enamoré porque me hacía reír, las de quien me rompió la imaginación y luego destrozó mi corazón induciéndome al llanto.
Suspendida en la humedad, mis lágrimas se funden con las de mi madre. Escucho su voz. Percibo su angustia. Pero mis labios están sellados y ni siquiera sus caricias consiguen hacerlos reaccionar.
Yo te oigo, madre. Y, aunque te escucho, no puedo responder. En el nuevo refugio que me has otorgado escucho tu nana y evoco mi vida. Me amamantaste, me cuidaste, me protegiste y me escuchaste. Me apoyaste cuando lo necesité y me animaste cuando no tuve fuerzas. Me respetaste siempre y me comprendiste. Me trajiste la calma cuando la confusión se instauró. Reímos y lloramos juntas. Pero siempre, siempre, me quisiste.
Cuántas veces hubiera podido hablarte y no lo hice. Y ahora que lo intento no lo consigo. Siento que la vida se me escapa a raudales y yo la dejo ir. No hay nada que la retenga. A tí te esperaré al otro lado.
Mientras tu voz me acompaña, atisbo una luz al final de la oscuridad. De los muchos caminos que hemos recorrido juntas, éste es, sin duda, el más difícil. Aunque siento tu mano junto a la mía, la senda que ahora recorro sólo más tarde la iniciarás tú.
Madre, ¡cómo hubiera deseado evitarte estos momentos amargos! Porque yo ya no padezco pero siento tu dolor. Tu desconsuelo empapa cada poro de mi piel. Tu desesperación me hiere tanto que huyo de nuevo a mi refugio para aguardar el final de mi viaje.
La bruma vuelve. No distingo los objetos pero mi mente, traicionera, vaga entre recuerdos vividos o imaginados. ¿Es real la huida? ¿Es imaginado el desprecio? ¿Acaso la humillación, el desánimo y el menosprecio son una mera ilusión? ¿También cuando caigo entre las ruedas del coche? Creo que todo fue un sueño.
En algún momento sentí dolor. Probablemente cuando rodé bajo la cama tratando de protegerme. Seguro que cuando abandonó la habitación para volver con la correa y arrastrarme hasta el balcón. Qué importa que el coche fuera demasiado rápido. A quién le interesa si yo escapaba de una condena... Dentro de poco sólo seré una breve reseña periodística: "C.A. ha fallecido esta mañana en el Hospital Miguel Servet a consecuencia de las heridas recibidas el pasado fin de semana cuando fue arrollada por un conductor que transitaba por la Avenida Hispanidad en el cruce con Gómez Laguna. Fuentes policiales han confirmado que el conductor del vehículo no pudo evitar el atropello ya que la víctima apareció de repente y se arrojó a la calzada. En el momento del suceso, C.A., y a pesar de las bajas temperaturas que Zaragoza registra estos días, sólo llevaba puesto un pijama".
De nuevo, está junto a mí. Lo siento. Oculta la verdad porque, si no, madre ¿consentirías su presencia? A veces, a través de la niebla, siento sus manos atenazar mi cuerpo. Y el miedo vuelve hasta que escucho tu nana y llega el amor verdadero. Después nada de eso tiene importancia porque mi condena toca a su fin. A partir de ahora empieza su calvario.
Ese sonido vuelve... y me conduce al exterior.
Madre, no llores. Te escucho y me entristece. Vuelve a cantarme esa nana que tanto me gusta. Así, despacito... El sueño vuelve. El sonido se empaña. Las palabras ya no llegan. Al fin, ESTOY SOLA.
La foto es de F. González
14 comentarios
Lamia(otra de ellas) -
Lamia -
Inma, lo que más nos cuesta a los humanos normalmente es hacer llegar a los demás nuestros sentimientos. A través de mis letras procuro trasladar aquellas pulsiones que laten en mi interior. Si, con estas líneas, consigo llegar a mis amiblogs, mejor que mejor. Besos Inma. Y gracias por seguir ahí.
laMima -
Uno no llega a hacerse idea nunca de lo que puede estar sufriendo una persona víctima de malos tratos. Nunca llegas al final.
Creo que aquí sí lo he visto.
Un besazo.
gerardo -
Felíz día de la mujer. Hoy, mañana y siempre.
Besos para tu alma.
Lamia -
unjubilado -
Saludos
gerardo -
Es gracias a ti, al igual que los demás posedores de un blog que con tanto afecto nos comuniquemos la magia que en ellos se encierra.
Ya se abrió la etapa de votaciones. La pagina donde estamos los nominados es la siguiente:
http://premios-principito.blogspot.com/2008/01/votaciones.html
Al final de ella se encuentra; publicar comentarios, y entonces se pega el ID de su preferencia. El ID que me corresponde es: ID.080244 GERARDO "Imaginaria"
En caso que tu deseo sea por otro colega nominado puedes copiar Su ID.
Con mi agradecimiento. Recibe un beso para tu alma.
Abedugo -
Un abrazo
Diego de Rivas -
Mi confidencia: Eres y perteneces al influjo de la luna. Se nota y transmites. Me encanta. Interiorizas maravillosamente el dolor, los sentimientos ajenas. Los haces propios.
Te lo dije el otro día: ¡Te superas cada día!. Eres mi, Lady.
Gracias por tu visita y un beso,
felizahora -
Lamia -
Gracias. Sofi, por tus palabras.
Carlos, no es fuerte. Es real. Así es como se siente una mujer maltratada.
carlos -
sofi -
miguel angel -