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CAMBIO DE CASA

He aguantado todo lo que he podido. Sin embargo, el servidor en el que se aloja mi blog cada día me da más problemas a la hora de subir mis entradas y elementos. Por eso, y porque inicio una nueva época que quiero que corresponda también con un cambio de imagen, os invito a venir conmigo a mi nueva casa. A partir de ahora me encontraréis en otro lugar:

 

http://elhayedodelamia.blogspot.com

 

Os espero.

 

 

 

 

Más del taller de escritura

Ha sido un fin de semana raro: con muy buenos amigos (¡menos mal!), ligeramente alcohólico (un poco más que ligeramente, si he de ser sincera), entre "Los Abrazos Rotos" y bocatas en el Cervino.

 

Y, como el resto de la semana he estado rondando otros asuntos (literarios y no), hoy tenía que poner en práctica las líneas que habíamos trabajado en mi taller de escritura. Esta semana se trataba de elegir diez palabras del diccionario a partir de otras diez seleccionadas de un texto que nos dieron en clase y, a partir de ahí, escribir un relato. Esto es lo que ha salido. Ya os diré qué opina la profe.... Mientras tanto, espero vuestras críticas.

 

 

 

 

"No dejo de recordaros". Cada vez que su mente volvía sobre aquella frase la sensación que lo invadía era tan fuerte como la primera vez: un cosido en el estómago, un encogerse el corazón, un sudor frío en las manos, un sonrojear las mejillas, un huraco en el alma. Las cuatro palabras volvían a su memoria mientras pulía con el buril un labio que se resistía a adoptar su forma definitiva y trataba de evitar la escabechina que provocaría en ese rostro celestial un perfil mal trazado o un hoyuelo ubicado en el sitio equivocado, transformando sustancialmente el rostro de aquella Virgen en el de una vulgar buscona. Y todo el respeto que su trabajo como maestro imaginero había atraído en la comarca, se esfumaría con la misma rapidez con la que él había quedado prendado de aquella estúpida modelo que ahora vagaba por las calles de Constanza atrayendo hasta su cama lo peor de la escoria que poblaba las inmediaciones del puerto.

 

Mientras aplicaba su mano sobre la escultura estudiando los trazos que ya habían sido esbozados, recordaba la última vez que la había visto, sentada en aquella esquina cercana a la Catedral, con el sombrerillo en la mano aguardando las dádivas de los parroquianos que acudían a la misa del domingo.

 

El maestro, que trabajaba en un nuevo paso procesional y había estado en el muelle buscando modelos para el Evangelista, un hombre barbudo y curtido por el mar preferentemente, volvía hacia su estudio cuando la mujer llamó su atención.

 

  • - Maestro, maestro, una limosna, os lo ruego. Llevo tres días sin comer.

 

Como el maestro no atendía sus requerimientos, la mujer insistió:

 

  • - Maestro, maestro, dadme de comer. Seré buena con vos. Puedo calentar vuestra cama un rato si lo deseáis. No dejo de recordaros.

 

El maestro, aturdido, volvió su cabeza hacia la buscona. El ojo, acostumbrado a desvelar líneas ocultas bajo capas de escayola, tardó un tiempo en descubrir la belleza que escondían estratos de suciedad y codicia.  Pero cuando lo hizo, su corazón quedó una vez más atrapado, como el cepote sujeto al arco del guardamonte. Con la dureza del acero. Con la tenacidad del hierro. Sin embargo sus pasos, desobedientes, contravinieron al corazón continuando su camino. Una senda que había emprendido meses atrás cuando descubrió que las palabras de amor que surgían de aquella boca sensual y cálida como un melocotón maduro eran tan vanas y falsas como lo eran las joyas que adornaban su cuello.

 

Y el maestro empuñaba ahora el buril dibujando una sonrisa tan triste que hacía de la Virgen una mujer destrozada por el dolor, desbordada por la tristeza, herida de muerte, tan desolada que inducía a la compasión. La misma que el imaginero trataba de aplicar a sí mismo ante el amor que le hería y del que era incapaz de escapar.

 

Orfeo Negro

 

Aunque creo que sólo he visto Orfeo Negro una vez, es una película que siempre asocio al recuerdo de mi madre. No sé por qué, nunca me lo ha dicho, pero le encanta su banda sonora. Sobre todo, la "Manha do Carnaval" que canta Orfeo.

Si hoy dejo aquí esta pequeña muestra es sólo, no me preguntéis la razón, porque hoy me siento cerca de ella (aunque físicamente está unos cuantos kilómetros alejada de mí). Le gusta la versión original, aunque la que interpreta Gloria Laso es preciosa también.

¡Qué van a saber....!

La atmósfera que rodea la secuencia, el timbre de voz de Caetano Veloso, la luz (o la no luz) que hay, la frase final... ¡Qué se yo! Por todo eso me gusta. Y porque hoy estoy agotada y "blandica".

 

 

Words on a hot roof

Words on a hot roof

Primero fueron letras,
dispuestas en espacios amplios.
Sin tapias. Sin almenas.
Palabras sinuosas que componen legiones impresas.

Hallé vocales:
en el desván, bajo las tejas.
Entre los surcos que dejó la niebla
encontré una h: era una hoguera.

Palabras que el cierzo acuna.

Palabras viejas.

La hoguera, encendida, les tuvo pena.
Mientras, los troncos ardían.
Volutas ligeras conformaron poemas.

Palabras, poemas…
Sólo ellos, cuando murmuran, hacen más leve la espera.

La Arquitectura de tus Huesos

La Arquitectura de tus Huesos

El proyecto que impulsa Luisa Miñana con "La Arquitectura de tus Huesos" está a punto de alcanzar su punto final. Esta semana ha subido a la red un capítulo en el que Miguel Ángel Latorre aborda las conexiones entre la arquitectura y la poesía. Adjunta con su fotografía dos textos de Neruda y Miguel Hernández en los que se hace referencia a la "construcción" de una casa que parte del llanto y el desgarro para llegar a la primavera y la esperanza.

A mí me ha emocionado.

Carlos Pauner parte hacia el Manaslu

Carlos Pauner parte hacia el Manaslu

Hacia las cimas del mundo... Expedición 2009.

 

Así encabeza Carlos Pauner una cuidadísima invitación que la gente de Comunica-t le ha preparado para presentar su próximo reto, el que le llevará a hacer cima en su noveno "ochomil": el Manaslu (8.163 metros).

 

Mi querido Chema, con el que la vida me ha ido cruzando en distintas ocasiones proporcionándome siempre la oportunidad de ahondar en una relación que bien podría terminar siendo una sólida amistad, sabedor de la admiración que siento hacia Pauner, ha tenido el detalle de regalarme una de las invitaciones que han preparado para convocar a los medios de comunicación en lo que será la despedida del montañero antes de iniciar una nueva expedición. Una iniciativa que se enmarca en su proyecto de coronar los catorce "ochomiles" que existen en el mundo y que sólo medio centenar de personas cuentan en su haber.

 

No conozco a Pauner salvo por una ocasión en la pude asistir a la entrega de banderín que le hizo el Gobierno de Aragón, previa a su marcha hacia Nepal. Nunca he cruzado con él una sola palabra. No sé nada del montañero salvo lo que -dentro también de la discreción que le caracteriza- me cuenta Chema cuando su nombre o su proyecto irrumpen en nuestras conversaciones. Sin embargo, y tampoco sé explicar por qué, siento una tremenda admiración hacia el jacetano. Es, a mi juicio, una persona de gran carisma y fuerza interior porque sólo así, me temo, uno puede hablar de tu a tu con la montaña.

 

La invitación que ha diseñado Comunica-t contiene una convocatoria para los medios de comunicación, adornada por una foto de Pauner ascendiendo entre la nieve y la representación de una bandera tibetana; incluye también una bandera tibetana de color verde; y un papel vegetal en el que, junto al dibujo de un caballo, aparece el siguiente texto:

 

 

Las banderas tibetanas de oración son una síntesis de los elementos de la religión Bon y el Dharma del budismo indio.

El viento y el caballo son vehículos naturales de movimiento, el caballo transporta formas materiales y el viento formas etéreas.

Cuando el viento sopla, la sagrada bandera de oración se agita en la brisa y las oraciones contenidas en la bandera son transportadas a todos los seres como una bendición.

Las banderas de oración pueden ser puestas en el campo atándolas al borde de un tejado, entre postes, en los templos, entre árboles y otros lugares, dándole la oportunidad al viento de moverlas.

 

 

También a mí me gustaría grabar en una bandera palabras de aliento. Quisiera anclarla en mi tejado para que el viento, ese cierzo inmisericorde que me acompaña siempre, tuviera la oportunidad de moverla transportando mis deseos al Masnalu. Me gustaría saber que Carlos Pauner ha coronado ya su noveno "ochomil" y está de camino a casa.

 

(La foto es de M. Á. Latorre).

Un Vallenato (Regálame una noche)

Un vallenato para el fin de semana.

 

 

Primavera

Primavera

Sólo luz....

 

La foto se la he "robado" a Carlos.

El Instituto

P. ha vuelto a sorprenderme. Incluso en la adversidad encuentra ventajas. Y, una vez más, nos da una lección. Contemporiza, explica, razona, argumenta. Y nosotros, quienes tendríamos que darle alternativas, como siempre….

A pesar de la mala noticia, el lunes ha sido brillante. Como P., a esta hora de la noche me quedo sólo con lo bello: un juego con palabras y letras, una confidencia al filo del mediodía sobre un regalo, un sueño en una cocina, un viaje de sube y baja y, por encima de todo, una esperanza que me hace sentirme ligera.

Palabras

Palabras

"La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio". Amantes, sin embargo, silencio y palabra. Ella es a veces bálsamo; otras, espada. El domingo llega tarde y el lunes es inoportuna. Dibuja mundos imaginarios o nos ahoga en un abismo del que sólo largas sogas de letras nos rescatan. La palabra resguarda historias del olvido, recordatorio constante del entorno, conjura miedos antiguos. La palabra es siempre música: a veces tan cálida como el aliento del amante junto a tus labios; dramática otras, como el ambiente previo a las tardes estivales de tormenta; lírica cuando refiere momentos felices... profunda casi siempre. La palabra tiene sabores y colores: dulce como esas nubes que rondan el sol en las tardes de verano; agrio, como el regusto que deja el silencio y la angustia. Tan radiante a veces que deslumbra y, en ocasiones, tan negra que enmudece al mismo silencio.

 

(Este texto es uno de los trabajos que durante los próximos meses espero ir colgando en el blog y que nacen en el seno de un taller de escritura en el que estoy participando. Sin ninguna duda, espero vuestras críticas porque, con toda seguridad, me ayudarán a mejorar y constituirán un estímulo seguro). (En esta ocasión, el texto parte de una cita de Nietze: "La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio").  

 

La foto, aquí.

Descubrimiento

Descubrimiento

 

Un buen día te despiertas y descubres que sensaciones antiguas, olvidadas, o enterradas, o muertas... vuelven. Y regresan con la misma intensidad e insistencia con la que anteriormente te aplicaste en desterrarlas, con la inquietud que genera lo desconocido, con la urgencia del deseo insatisfecho. Un buen día te despiertas y descubres que vuelves a estar viva.

La foto es de M. Á. Latorre.

Nombre

Es hoy mi nombre sombra que fue.

Nuda soledad lo habita.

Es hoy mi nombre estela yerma de silencios.

Es únicamente huella, marca indeleble, desierto.

Es hoy mi nombre un huérfano hueco.

Es hoy mi nombre un abismo que crece.

Mi pecho anhela calor, ¿lo tienes?

Es hoy mi nombre lamento.

Es únicamente anhelo, codicia, espera, deseo…

Es hoy mi nombre un indicio.

Es hoy mi nombre tu aliento.

Es hoy mi nombre sombra que fue.

Si me nombras, la soledad es fuego.

 

 

 

Ausencia

Ausencia

Me he cruzado contigo bajo el magnolio. Ése al que han cortado las ramas para evitar que sirvan de almena a los miles de pájaros ruidosos que lo habitan. Enlazando nuestras miradas, el aliento ha escapado entre los labios acariciándose con la levedad del cierzo. Sin palabras. Sólo el corazón y el viento.

 

La foto, aquí.

Fernando Sarria

Fernando Sarria

Este fin de semana me voy a deleitar con este poema de Fernando Sarria.

 

 

 

 

 

 

 


¡Hay tantas palabras que te esperan
en la simiente de la lluvia!...
Mientras yo miro el horizonte
y me estremezco
al sentirte respirar entre los muelles.

 

 

La foto, aquí.

¿Felicidad?

¿Felicidad?

 

He oído esta mañana que no es posible la felicidad si no es tras un gran dolor.

 

 

 

Y he pensado. Un buen rato. Y le he dado una vuelta. Y después otra.

Y he concluido que en esta afirmación hay una parte de verdad. Aunque creo que no toda. No pienso que para alcanzar la felicidad sea preciso pasar previamente por el infierno. Sin embargo, cuando uno ha sufrido mucho, en el momento en el que la felicidad se atisba al principio se ve como un espejismo. Hace tanto tiempo que no convive con ella que uno ya ni recuerda sus características. Después, a medida que avanza el tiempo y el espejismo toma cuerpo, su consistencia lleva a pensar que se trata de algo real más que de una entelequia. Cuando menos algo posible y cercano. Es entonces cuando el deseo de alcanzarla es tan grande que el incrédulo camina hacia ella. Y, ante su contacto, etéreo y difuso, empieza a defenderla. Pelea por ella. Y poco a poco se instala en ella o, más bien, la felicidad se acaba instalando en uno mismo. Y, entonces, el afectado se abstrae y disfruta cada momento sin pensar en el dolor. El sufrimiento está tan lejos que empieza a parecer un sueño. Si no fuera porque todavía hay momentos que se lo recuerdan, uno podría creer que nada de aquello existió. Sin embargo, es indudable que todo lo vivido lo ha preparado para este momento. Para saber reconocer todo lo bello que la felicidad conlleva. Y uno, o una, según sea el sujeto, empieza a disfrutar de una nueva sensación que creía perdida para siempre. Y la felicidad se instala haciendo que cada momento merezca la pena ser vivido. Y convierte los lunes en jornadas llenas de luz. Y permite que el sol brille con el fulgor del verano. E incluso hace que uno llegue a pensar que podría ser la propia Ursula Andress en "James Bond contra el Doctor No" o el mismo James Bond.

 

Porque después de todo, la felicidad no está en lo grande. Reside en las pequeñas cosas, que es de lo que están llenos nuestros días. En esas palabras susurradas al comienzo del día, en una sonrisa cómplice, en un abrazo, en una mirada...

 

 

La foto, aquí.

Lunes que parece miércoles

Lunes que parece miércoles

 

Lunes. Lunes que parece miércoles. Es un lunes con luz. Lleno de sonrisas. Con palabras dulces. Con una invitación. Con una noticia buena. Con macarrones al horno. Es lunes. Y, aunque no es rojo, tiene tanta luz que brilla como una pradera reflejando el sol intenso y fuerte del verano.

La foto, aquí.

Lágrimas

Es una de mis bachatas favoritas.

Gracias por estar ahí a pesar de todo.

 

 

Chema Lera y su Bestiario (II)

Chema Lera y su Bestiario (II)

 

"Un trabajo a fuego lento y con corazón". Así definió Chema Lera el pasado lunes su libro "Bestiario Ilustrado de Aragón. Seres Fantásticos". Una publicación a la que ha dedicado mucho tiempo y que le ha permitido aprender a valorar la belleza de lo diferente (Chema dixit).

 

Viniendo en este momento de leer una de las entradas que ha colgado Javier López Clemente en su blog, y que habla de legumbres y cocidos, me atrevería a decir que el libro de Chema es un plato que, como él apuntaba, ha sido elaborado a fuego lento, a la vieja usanza, con el tiempo preciso y los ingredientes necesarios. Con todo el cariño de las cosas que se hacen con amor. Con una dedicación absoluta y, por supuesto, con la complicidad de sus gatos.

 

Chema reconoció haberse sentido como un monje medieval como consecuencia del silencio que ha rodeado su trabajo, por el tiempo que le ha dedicado, por su deseo de ponerse en el lugar de aquellos que, siglos atrás, trabajaron en la piedra las imágenes románicas en las que se ha inspirado. Todo ello le ha permitido, como dijo en la presentación, valorar la belleza de lo diferente hasta llegar al convencimiento de que los verdaderos monstruos son aquellos que son iguales.

 

El Bestiario de Chema recoge nereidas, sirenas, dragones, lamias, grifos, basiliscos... una pléyade de seres fantásticos que el ilustrador ha recuperado de entre las piedras malheridas que Antonio García Omedes le ha ayudado a recopilar.

 

Chema, que como ya he dicho en otras ocasiones es uno de mis tres ángeles de la Guarda (soy así de afortunada, ya veis, yo tengo tres), ha presentado un trabajo lleno de magia y color al que deseo todo el éxito que se merece.

 

Y quiero finalizar esta entrada con unas palabras que Antonio García Omedes reprodujo en la presentación y que atribuía a Aurelio Bierge:

 

 

"...... porque detrás de cualquier río moran las hadas".

 

Yo también lo creo, Chema. Y gracias a eso, los días siempre son mejores.

 

La foto, por supuesto, se la he "robado" a Chema de su blog.

Que pare el mundo, que me bajo

Dicen que el mundo gira alrededor del sol y sobre si mismo. Yo quiero bajarme. Por favor, que pare sólo un momento que me bajo. Y, si me lo permiten, me quedo un ratito en una esquina recóndita, donde no llegue el sonido, ni la luz, ni las palabras. Donde sólo exista el silencio, ése que conozco tan bien.