Aunque creo que sólo he visto Orfeo Negro una vez, es una película que siempre asocio al recuerdo de mi madre. No sé por qué, nunca me lo ha dicho, pero le encanta su banda sonora. Sobre todo, la "Manha do Carnaval" que canta Orfeo.
Si hoy dejo aquí esta pequeña muestra es sólo, no me preguntéis la razón, porque hoy me siento cerca de ella (aunque físicamente está unos cuantos kilómetros alejada de mí). Le gusta la versión original, aunque la que interpreta Gloria Laso es preciosa también.
La atmósfera que rodea la secuencia, el timbre de voz de Caetano Veloso, la luz (o la no luz) que hay, la frase final... ¡Qué se yo! Por todo eso me gusta. Y porque hoy estoy agotada y "blandica".
Aunque en ocasiones la ternura se doblega ante el cierzo, que cambia de rumbo y trae el más puro invierno; otras veces, el bálsamo suave de una voz restaña las más profundas heridas del alma.
Además de ser el título de una preciosa canción de Ismael Serrano, el inicio de cada año es siempre un "Principio de Incertidumbre". Cada primero de enero marca un hito a partir del cual comienza un periodo inabarcable de doce meses en el que ponemos todas nuestras esperanzas e ilusiones. Siempre pensamos que lo que ha de venir es mejor que lo que pasó. Siempre esperamos que el futuro nos depare cuanta bondad anhelamos. Ponemos nuestras esperanzas en un tiempo incierto en el que deseamos resolver nuestras dudas, nuestras inquietudes. También, ¿por qué no?, nuestros temores y nuestros problemas.
Como dice la canción, "puede que todo siga igual" pero "también puede que no sea así". Con el deseo de que el nuevo año haga realidad aunque sólo sea una pequeña parte de nuestros sueños, empiezo el 2009 con música. Una melodía en la que las palabras recuerdan que el hielo puede quemar, existe una posibilidad... y también, podría pasar, que los cañones se oxiden.
A esta hora de la noche, en la que nada enturbia ya los pensamientos, el silencio crece con la fuerza de una ola enfurecida que el mar arroja contra la roca. Es entonces cuando la mente vuela libre y reconoce el final de un momento, de un periodo, de un año y espera el inicio de otra etapa.
El 31 de diciembre es una fecha que viene cargada de significado. Es un instante mágico en el que nos creemos demiurgos con poder para crear un mundo a nuestra medida. Un lugar en el que nuestros deseos puedan materializarse y en el que los sueños, las aspiraciones, los instintos, los impulsos.... sean satisfechos a nuestro antojo.
La noche de fin de año está dotada de esa magia que nos hace pensar que el día siguiente será distinto. Será un periodo en el que no habrá dolor, ni sinsabores. Seremos fuertes, seremos valientes. La serenidad encontrará un espacio precioso en el que se asentará junto a la esperanza.
Todo esto llega normalmente con tanto ruido, tan distorsionado, que no somos capaces de reconocerlo. Para mí, sin embargo, el final de este tiempo llega arropado en el silencio. Una quietud en la que miro hacia adentro y encuentro esa serenidad tanto tiempo buscada. Si quiero ver un poco más, tengo que levantar la tapa de ese baúl en el que guardo todo lo mejor de mi misma. Todo lo que conservo para mis amigos, para mi familia. Un espacio en el escondo mis deseos, mis aspiraciones, mis anhelos. Porque son míos (aunque a veces me atreva a compartirlos).
La magia de este final de año me atrapa sumida en un silencio que no ha sido elegido pero si aceptado. Un silencio en el que, como dicen Simon y Garfunkel en su "Sound of Silence", "nadie osa enturbiar" (no one dare disturb) y en el que también "la gente habla sin necesidad de palabras" (people talking without speaking).
Este tiempo silente que me cobija hace que vuelva a la vista atrás y descubra cómo y dónde me encuentro. Me permite, entre susurros para no enturbiarlo, soñar.
Durante unos días me recrearé en el sonido del silencio para volver el próximo año con fuerzas renovadas. Espero que, hasta mi vuelta, el eco de los textos ya escritos permanezca en vuestros oídos como el rumor de la ola una vez que ha hecho su camino de vuelta al mar. Hacia él trataré de escapar para reforzar el espíritu y afrontar el 2009 con esperanza, arrojo y determinación. Y, sin querer enturbiar el sonido del silencio: Feliz Año Nuevo a todos.
En ninguna lengua suena tan dulce la palabra amor como en la que usaron mis ancestros.
Hoy he vuelto a escuchar el Maite maitia de Urko. Aunque la canción habla de un amor que termina, el Hurbilduko banintz/ta ikutuko ba zindut y el Zu ta nik barrik maitasunean me ha hecho soñar que era posible. Porque, sencillamente, no podemos elegir cuando dejar de amar.
Maite maite maitia Zu zara nerea Zu zara berria Zu zara negarra Zu zara irria
Maite maite maitia Zu zara mailua Zu zara aizkora Zu zara egurra Zu zara burnia
Hurbilduko banintz ta ikutuko ba zindut
Hemen, hemen zu ta ni bakarrik, bakarrik munduan, bakarrik maitasunean. Maitasuna. Zer da maitasuna? Zer da maitatzea? Zenbat irautzen du maitasuna? Zu ta ni bakarrik maitasunean
Maite maite maitia...
Bainan, Beti dago maitasunean, bainan zerbait. Jadanik ezin dezaket maita. Hain laburra izanik nere zureganako maitasuna dagoeneko hillik da
Hoy hay luna llena. Para los que hemos nacido para el signo de Cáncer, la luz que proyecta genera en nosotros un estado de ánimo particular, propicio para los sueños.
Paseando por la red, he recuperado este vallenato, que forma parte de mi banda sonora del fin de semana y se baila como suena: dulce, suave, como una caricia...
Y así me quedo yo con The Corrs: breathless, sin respiración
The daylight's fading slowly, but time with you is standing still. I'm waiting for you only, the slightest touch and i feel weak. I cannot lie, from you I cannot hide. And I'm losing the will to try, can't hide, can't fight it.
So go on, go on, come on leave me breathless. Tempt me, tease me, until I can't deny. This lovin' feeling make me long for your kiss. Go on, go on, yeah. Come on.
And if there's no tomorrow, and all we have is here and now. I'm happy just to have you, you're all the love I need somehow. It's like a dream, although I'm not asleep. And I naver want to wake up, don't lose it, don't leave it.
So go on, go on, come on leave me breathless. Tempt me, tease me, until I can't deny. This lovin' feeling make me long for your kiss. Go on, go on, yeah. Come on.
And I can't lie, from you I cannot hide. And i'm losing the will to try, can't hide it, can't fight it.
So go on, go on, come on leave me breathless. Tempt me, tease me, until I can't deny. This lovin' feeling make me long for your kiss. Go on, go on, come on leave me breathless. Go on, go on, come on leave me breathless. Go on, go on, come on leave me breathless.
Hoy ha sido un buen día. Ha empezado bien y ha terminado mejor. Sin demasiados "brownies" (nota a pie de página: brownies equivale al típico "marrón" que nadie quiere, pasa de mano en mano y acaba encima de tu mesa cuando hace una semana que debería estar resuelto). Insisto, sin demasiados "brownies" y buen rollito en general.
Era la festividad de San Francisco Javier y a mi casa, aprovechando que era el santo de mi peque, ha llegado un disco de "El Canto del Loco". He descubierto una canción que, si cambiamos "canciones" por "escritos" (léase por escritos relatos, poemas, pensamientos...), se ajusta perfectamente a este blog. Disfrutadla como lo hago yo. Vamos, si os parece. ¡De buen rollito!
Ha muerto Mikel Laboa. Vuela ya con su txoria. Aquí queda un sentimiento de tristeza porque con él se va parte de una historia, vital y musical. Y muchos recuerdos de juventud. Sobre todo… un primer beso, que quedará para siempre unido al vuelo de su Txoria Txori.
Yo, lo que amaba, era al pájaro... dice la canción.
He cruzado la tierra que se extiende entre dos mares. Bajo las nubes, nieve y agua. Por encima, el sol luce a pesar de que hoy se celebra el Día contra la Violencia de Género.
Cuando era pequeña, había un cuento que me gustaba mucho y que hablaba de una princesa a la que su padre había encerrado en su casa y no dejaba salir. No recuerdo muy bien los términos en que se desarrollaba la historia pero sí tengo claro que ella escapaba por las noches, a través de una puerta secreta, para ir a bailar. Bailaba, bailaba, bailaba y bailaba hasta la madrugada. Y su padre sólo descubrió la historia cuando se dio cuenta de que las zapatillas de baile de su hija se desgastaban con una rapidez inusual.
Yo me siento también como esa princesa del cuento que se escapa por las noches y gira al compás de la música mientras desgasta las zapatillas de baile. Mientras giro, al compás de la música, vivo.
He visto esta tarde La boda de mi mejor amigo. Debe ser la tercera o cuarta vez. No puedo evitarlo. Soy fan de Julia Roberts. Aunque me encantan las películas con final feliz, con ésta hago siempre una excepción. Y, claro, según se vea, esta peli también tiene un final feliz, desde otra perspectiva. Las cosas no siempre salen como uno desea sino tal y como deben ser. De la peli hay dos momentos que me gustan mucho: ambos relacionados con la música. El primero de ellos es éste, cuando los invitados entonan "I say a little prayer for you":
Y me gusta mucho también la escena final. Porque, tal y como me ocurre a mí, el baile acaba extrayendo la sonrisa más escondida. Sonrisa que al final es casi una carcajada de felicidad. Porque la música es un bálsamo aplicable a todas las heridas.